Desde el día 22 de mayo que realice el Cross de los tres refugios (que no tuve tiempo ni ganas de incluir en este blog) (puesto 67 de 247 llegados, tiempo 4:42: 13) no había competido en ninguna otra carrera de montaña y después de todo el verano de parón por distintas lesiones, tenía ya ganas de volver a realizar alguna. A esta acudía no muy entrenado pero con ganas.
A las 7:15 había quedado cerca de mi casa (Ávila) con Ángel. También nos acompañan en esta ocasión mi hermano José Luis y mi sobrino Adrian. Vamos con bastante tiempo de antelación (la salida era a las 10:00 horas) por eso de que no nos cierren el control de entrada a la Pedriza. A las 8:30 llegamos a Canto Cochino, aparcamos en el parking más cerca de la salida de la carrera y nos vamos a recoger el dorsal y el chip, tardamos un ratillo porque hay cola. Cuando lo recogemos nos volvemos al coche y al llegar veo a mi hermano hablando con una persona. Que sorpresa, era Nacho, el marido de mi prima Laura, que también iba a realizar la carrera, no sabía yo que también le daba a esto de las carreras por montaña, luego me conto que era la segunda que realizaba. Charlamos un rato y me empiezo a cambiar. A las 9:05 ya estamos preparados pero todavía queda mucho para la salida y hacemos tiempo charlando.
A las 9:30 empezamos a calentar, a las 9:55 se produce el control de chips y empiezan los nerviecillos típicos de antes de la salida. Esta se da con puntualidad británica, a las 10:00.
La carrera sale rápida para evitar el atasco que se produce en la primera subida fuerte. Yo cojo mi ritmo y voy adelantando a gente hasta colocarme más o menos entre los 50 primeros. Llegamos a la pradera del Yelmo donde se encuentra el primer avituallamiento liquido y en el único de la carrera donde se entregan vasos, en el resto si quieres beber tienes que llevar algún recipiente para que te lo llenen.
La carrera sigue en un descenso muy técnico hasta el collado de la Dehesilla, yo sigo bastante bien y empiezo el ascenso hasta las Torres de la Pedriza en
bastante buen estado y con fuerzas y ganas. A partir de el collado de la Dehesilla y hasta las Torres poco terreno hay donde se puede correr, ahora toca andar y en muchas ocasiones trepar y pasar entre piedras, en algunos pasos entre piedras casi me quedo atrapado por el cinturón con bidón que llevaba para beber.
Llego al avituallamiento del Collado de la Ventana y me tomo un gel de una conocida marca y empieza mi calvario, de repente me da un bajón tremendo y noto que no voy nada, que me empieza a pasar gente y más gente. Continuo como puedo y llegando a las Torres oigo una voz por detrás que me dice: “que no se diga de los de Ávila”. Es Nacho, el marido de mi prima Laura que viene como un tiro, llegamos al punto más alto de la carrera juntos y comenzamos el descenso. 
Yo intento seguirle un rato pero ni bajando voy, en el avituallamiento de collado del miradero me espera pero le digo que no me espere, que tire el, que yo no voy bien. La bajada me cuesta bastante hasta el punto que tengo que parar varias veces porque me dan calambres en los cuádriceps, ya voy bastante tocado y en el control del Prado Peluca se me pasa por la cabeza dejarlo, pero decido llegar a meta como sea y en el tiempo que sea.
Subo el collado Cabrón medio cojo por los calambres y una vez arriba ya es todo bajada hasta meta, me dejo caer y curiosamente me empiezo a encontrar de nuevo medianamente bien. Yo no sé si el gel me produjo el efecto contrario al deseado o qué, pero ya es la segunda vez que me pasa con el mismo gel, en el Cross de los Tres Refugios me paso lo mismo, fue tomarlo y darme el bajón. Si alguno que lea esto puede explicarme algo al respecto, se lo agradecería.
Ya desde el Collado Cabrón a Meta, corriendo todo el rato, al final llego en la posición 78 de la general en un tiempo de 3:02:16. Cansado, muy cansado pero ya hoy, día después, pensando en la próxima carrera.
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